miércoles, 14 de noviembre de 2018

The depression

La depresión no pregunta cuándo puede entrar. Entra, así como si nada. Entra como la felicidad cuando estás enamorado, como el amor en sí cuando querés mucho a una persona. No te pregunta, no te deja dudar, entra y listo. Lo más difícil de la depresión es que, en su mayoría, no llega cuando te sentís contenido o cuando estás acompañado, llega cuando estás solo, vulnerable, cuando te sentís solo. Y no le importa cuántas personas creas que pueden apoyarte o escucharte, la depresión te hace sentir que no tenes a nadie, que nadie va a poder entenderte. Te aleja. Te excluye. Y sin querer, sin que lo notes, te encontras solo, sin ganas de vivir, creyendo que nada vale la pena, que estar vivo no vale la pena. Creyendo que no sos suficiente, y que nunca lo serás (para nada, ni para nadie). La depresión se apodera, lo toma todo, hasta la última partecita de esperanza que te queda. Puede durar un día o mil. Puede venir un Lunes e irse el Martes, para volver el Miércoles.
Duele, todo duele. Hay ayuda, hay maneras de salir. Buscala. Yo no la encuentro aún, y quiero morirme a veces. Y creo que muero. Pero sé que después voy a renacer, voy a florecer, para salir a la calle y sonreír de nuevo.

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