no hemos conversado
desde el día en que terminamos,
parecemos dos extraños
cuando nos cruzamos por la calle, es en vano.
Y una noche dormida,
soñé que el destino te hacía mi hombre,
miraba tus ojos, sentí que el enojo se fue de una vez.
Y yo te digo que me acostumbré,
de la cama a nuestro café,
el cielo se pintó de gris cuando te vi partir con ella.
Y yo te digo que me acostumbré,
y hoy siento que perdí la fé,
las ganas de vivir no alcanzan
si no estás aquí, hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario